Cuando el gluten no es malo

Cuando el gluten no es malo

En los últimos tiempos se ha producido un cierto reconocimiento de la enfermedad de la celiaquía. Las nuevas tendencias de informarse y cuidar la salud, han llevado a conocer más esta intolerancia, hasta tal punto que el gluten se ha convertido es un elemento demonizado o despreciado por personas sin este síndrome. Una vez más el mito ha superado a la realidad co  malos resultados: eliminar todos los alimentos con gluten sin tener una afección relacionada puede suponer un deterioro considerable de nuestra dieta y en casos extremos de nuestra salud. ¿Quieres saber por qué ?

Comer bien es una de las maneras más fáciles y naturales de cuidar la salud y la belleza. El gluten es un componente de algunos cereales muy comunes como el trigo, el centeno, la avena o la cebada, que está muy presente en la dieta mediterránea. No sólo se haya en los productos derivados de estos (harinas, pastas, galletas, bollos, licores, cervezas, repostería y panadería), como los celíacos ya saben, sino que aparecen en la composición de algunos inusitados como salsas, carnes, embutidos, helados, quesos fundidos, productos vegetarianos o incluso golosinas con el fin de añadir textura y consistencia a estos, y en muchas ocasiones como indicio de una menor calidad y artificiosidad del mismo. Sin embargo, por norma el gluten no es malo a no ser que seamos celíacos.

De ahí que sea beneficioso en algunos casos evitar alimentos con gluten que por lógica no deberían llevarlo, ya que no serán muy naturales, pero no lo será en el caso de que se traten de comestibles a base de los cereales mencionados. Para empezar los sucedáneos hechos con harina libre de esta sustancia no tienen el mismo, gusto, sabor y palatabilidad, no tienen el mismo cuerpo y lo que es más las mismas vitaminas y nutritientes. En esto último hay que hacer un apunte: no se trata de que el gluten lleve anexo estos, sino que el proceso de eliminar esta proteína destruye gran parte del resto de ingredientes que llegan en menos proporción al consumidor. Además esta supresión supone un encarecimiento del alimento que a los celiacos les supone gastarse unos 1800 euros más al año en comida que el resto de la población. Es decir que no sólo obtendremos comidas más insípidas y menos nutritivas, sino más caras y todo por mera elección caprichosa.

Por si esto fuera poco no se ha comprobado que el gluten sea más difícil de digerir en el caso de personas sin intolerancias, ni que dificulte las digestiones o el tránsito intestinal normal. (De hecho hay quien dice que ayuda a combatir el estreñimiento, sacia y aporta potentes proteínas con pocos carbohidratos) Puede darse el caso, no obstante, de que esto se dé sin que se produzcan otros síntomas propios de la celiaquía: esto sucede cuando produce una alergia. ¿Qué diferencia hay respecto a la intolerancia? Las consecuencias a largo plazo no se dan en las reacciones alérgicas, que si bien aparecen en cuanto ingerimos el ‘alérgeno’ desaparecen en cuanto nos medicamos y evitamos al causante de la molestia y no afecta a nivel nutritivo. Para detectar esto basta con una prueba cutánea sencilla.

Imagen| Vlad

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