El helado es uno de los dulces más populares del verano. Hoy en día resulta muy fácil consumirlos en cualquier época del año, aunque todavía asociado al postre y a la golosina y como si fuera un exceso o un pecado permisible para nuestra línea. Sin embargo, ¿sabes que el helado también puede tener beneficios para la salud?
El helado tiene mucha historia. Sus orígenes se remontan a las primeras civilizaciones, inventado por chinos en el siglo VII a.C y ‘cultivado’ en gusto por los persas, griegos y romanos empezó siendo una mera combinación de hielo picado y jugos de frutas o leche. Hoy en día, sin embargo, este alimento es muy diferente no sólo tiene infinidad de recetas sino muchas formas y , quizás el antiguo helado de zumo y hielo, lo que comúnmente llamamos polo, es de los menos ricos y recomendables.
Podemos diferenciar en primer lugar dos tipos genéricos de helados:
- los acuosos o sorbetes, que ya os hemos citado;
- los de base láctea.
Tanto uno como otro son una buena manera de refrescarse y de ayudar a hidratarnos en verano. También aportan mucha energía en la mayoría de los casos por su contenido en azúcar y en el caso del segundo grupo alimentan gracias a su contenido en proteínas e hidratos de carbono.
Un falso mito, debido a las nuevas preparaciones, es que los helados engorden: no tienen por qué. Hoy en día hay variedades bajas en azúcares y grasas, incluso 0%. De hecho los sorbetes ya de por sí tienen bajo aporte calórico, pero, además, los lácteos ya aparecen en versiones desnatadas o sin azúcar. Una buena opción que abunda actualmente son los de yogur que no tienen grasa ni azúcar y se ofrecen con frutas y frutos secos.
Los que llevan leche pueden ser una vía de tomar calcio, vitaminas como la B2. Los de jugos también tienen cierto contenido vitamínico, algunos incluyen magnesio y un bajo porcentaje de sodio.
Son relajantes y ayudan a socializar. Los helados suelen ir acompañados de una rutina, suele hacerse con amigos o familia con lo que ayuda a la interacción y la comunicación. Por otro lado, algunos estudios afirman que el helado produce exorfinas al ser procesado por nuestro organismo lo que ayuda a reducir el estrés o generar un efecto positivo en nuestro ánimo.
Son aptos para todo el mundo: los hay light para dietas, sin gluten para celíacos, sin lactosa para intolerantes a esta, y son una forma fácil de completar la ingesta de calorías para gente con poco apetito (ancianos, enfermos)
Eso sí, a la hora de escoger nuestro helado habrá que evitar los de sabores muy artificiales (de cola o jarabes de glucosa), los que se pasen en azúcar, olvidarse de siropes y nata y otros toppings a base de chuches. Evidentemente cuanto más artesanales mejor y, como es lógico, sin abusar de ellos en nuestra dieta.
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